viernes, 12 de agosto de 2011

DIVORCIOS- REFLEXIONES DE UNA ESPECIALISTA

Si la mujer no tiene ingresos propios, no sabe qué es lo que se le avecina después del divorcio y se asusta. El poderío económico es lo que hace que a veces las parejas duren más de lo que deberían.”
-¿Cómo se para la mujer de hoy frente al divorcio?
En los que no son de mutuo acuerdo, las mujeres no saben dónde están paradas. Primero, le tienen miedo al poder económico del marido porque saben que a partir de ahí, se cierran las cuentas, automáticamente el marido se declara en una presunta insolvencia y no saben cómo van a pagar la luz, el gas, el teléfono, los impuestos. Ni bien el marido escucha “me quiero divorciar”, la primera reacción es “te corto las cuentas”. Si la mujer no tiene ingresos propios, no sabe qué es lo que se le avecina y se asusta. El poderío económico es lo que hace que a veces las parejas duren más de lo que deberían

-¿Es falso, entonces, que los hombres pierden todo en un divorcio porque se lo llevan las mujeres?
Sí. Cuando me viene a ver una mujer, en casi todos los casos, lo único que quiere es paz, comprar su tranquilidad a través del divorcio. Dicen: “Me cansé de los malos tratos, de que no me consideren, que no exista para mi marido”. Por eso, quieren su independencia, poder disponer de $2,50, pero libremente. Primero piensa en los chicos, antes que en sí misma. Que estén cubiertas la educación, vestimenta, tratamientos odontológicos, la medicina prepaga de sus hijos. Después, reclama el 50% de lo que construyeron juntos. Por eso, la mujer no va por todo, sino por lo que le corresponde y quiere garantizarle a sus hijos el estándar económico que tenían.

-¿Por qué muchas mujeres caen en la trampa de poner a los hijos de rehenes de la negociación?
Es fundamental que el hijo no sea utilizado de rehén por ninguno de sus padres: ni ella para pedir algo que no le corresponde, ni él para extorsionar o negociar desde otro lugar. Cuando escucho a una mujer decir “yo tengo el poder de tener a los chicos”, le hago entender que el vínculo padre-hijos no se puede perder, ni negociar, ni poner en el medio de ninguna tormenta económica. Lo que pasa es que la mujer, en el ámbito de la justicia y en un tribunal, se siente segura y protegida, pero en lo cotidiano, con el ex marido, no y se aferra a esa posesión creyendo que le da más derechos.

-¿Cuáles son los cambios que observaste frente al divorcio en tus años de ejercicio?
Socialmente, antes, las mujeres más jóvenes eran las que se divorciaban. En cambio, hoy, son las más grandes las que, cuando los hijos se casan, se dan cuenta de que el marido llega a casa y hay una frialdad que se corta sola. Hoy las parejas jóvenes son más pacientes y conciliadoras y entre la gente mayor, encima, el marido se va con jóvenes. Hoy los que no se aguantan son los mayores de 60 para arriba, tanto hombres como mujeres.

-¿La causa más popular de divorcio, entonces, es la incompatibilidad de caracteres?
No, la infidelidad y en ambos sexos. Es lo que más motiva los divorcios.

-¿Qué creés que todavía falta jurídicamente?
Que la justicia escuche más, que se saque la venda de los ojos. Hace falta celeridad porque los juicios no pueden demorar tanto tiempo, los tribunales están atestados y los juzgados son los mismos. Hace poco tuve un caso terrible: una señora, con una situación económica normal (casa propia, auto, marido con empresas en situación floreciente), se separa y él le manda mails todos los días: “Te aviso que a partir de ahora no te pago la luz, el gas, el teléfono, los impuestos”. En esta situación, hasta que se dilucide el juicio de divorcio y se fije la cuota de alimentos, que dura años, ella tiene que vivir con lo que la justicia le da provisoriamente. Es decir, se le pide al juez alimentos provisorios y se le eleva una listita con comprobantes de los gastos de supermercado, luz, impuestos, colegio, el perro, obra social, etc. El juez hace una evaluación y, si se piden 10, da 2. La mujer no tiene con qué vivir mientras espera los tres años que demora el juicio. Encima, después, la sentencia sale en base a lo que se pidió en su momento y que no puede actualizarse y hay que pedir un aumento de cuota alimentaria, que vuelve a tardar uno o dos años más. O sea: los jueces no están dictando sentencias acordes a la realidad, están viviendo en una burbuja que, lamentablemente, permite que estos procesos sean capitalizados y utilizados por maridos que debiendo pagar 100, pagan 2 porque la justicia lo dice.

-Como con el tema de la inseguridad: ¿faltan leyes o no se cumplen bien las que existen?
Lo único que creo que falta es acelerar el mecanismo de resolución de la división de bienes para que no haya que esperar a que salga la sentencia de divorcio. A veces, a propósito, los juicios, sobre todo los controvertidos, duran hasta 5 años. Recién ahi termina la primera instancia y sale de Cámara, pero también puede ir a parar a la Corte. En ese interín, el hombre tiene y administra los bienes, hace y deshace. Cuando se pide no aumentar el capital de una empresa o cobrar alquileres, la justicia dice: “Eso va a ser motivo de la liquidación de la sociedad conyugal”. O sea, dentro de 5 años. Mientras tanto, él vive bárbaro, consumiendo la plata de la ex mujer, mientras ella espera que salga la sentencia. Por eso, a los hombres, les conviene que los juicios duren años.

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