martes, 18 de diciembre de 2012

VIOLENCIA DOMESTICA

“En lo que va del año se recibieron más de 10 mil llamados de mujeres solicitando ayuda por la problemática de violencia de género a la línea 0800-666-8537”, declaró la ministra de Desarrollo Social porteña, Carolina Stanley. En la Capital cada vez había menos llamadas al 0800 local, pero no por una mejoría en la problemática sino por la falta de difusión del número de ayuda. La funcionaria aseguró que, ahora, “se duplicaron las consultas por los noviazgos violentos, que es una manera de prevenir la problemática de violencia”. En otro intento del Gobierno de la Ciudad para reforzar su línea de ayuda gratuita, se pidió la colaboración de figuras fashion poco identificadas con la temática como Mabby Autino (maquilladora), Flor Torrente (modelo), Dolores Barreiro (modelo y diseñadora), Belén Ortega (blogger), Cintia Garrido (modelo) y Connie Ansaldi (conductora). La agencia La Despensa Buenos Aires, con la colaboración de Tienda Doña, Building Motion Ideas, Dirección de Arte Pascual & Carbó y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires presentan la campaña contra la violencia de género: “No ocultemos el maltrato”. La polémica estuvo en que se trató como una moda dejar de ocultar los moretones para atreverse a hacer la denuncia. Y el acierto es poner la violencia machista en voces no tradicionales y llegar a mujeres de todas las clases sociales. Mientras que el Movimiento Mujeres de la Matria Latinoamericana (MuMaLa) lanzó la campaña “Ponete la camiseta contra la violencia hacia las mujeres”, algunas de las personalidades que se sumaron y se han puesto la camiseta fueron los actores Germán Palacios, Tomás Fonzi y Nicolás Pauls; las actrices Dolores Fonzi, Julieta Cardinali, Marina Glezer y Julieta Díaz; la banda de rock uruguaya No Te Va Gustar, la esgrimista Belén Pérez Maurice y la conductora Carla Conte.

FEMINICIDIO

La ley que prevé la pena de reclusión perpetua para homicidios motivados por la condición de género comenzó a regir hoy con su publicación en el Boletín Oficial. Se trata de la Ley 26.791, aprobada el 14 de noviembre pasado por la Cámara de Diputados, que incorpora modificaciones a distintos incisos del artículo 80 del Código Penal con el objetivo de agravar las penas para casos de femicidio o de asesinatos cometidos por violencia de género. La Cámara baja apróbó de forma unánime el texto de la iniciativa que el cuerpo había votado en abril, con lo cual la condición de género quedó incorporada como agravante del delito de homicidio en el artículo 80 del Código Penal. Con la publicación de la nueva ley en el Boletín Oficial, a partir de hoy, podrán recibir reclusión perpetua quienes cometan femicidios y quedarán descartados el uso de atenuantes cuando el hombre tenga antecedentes por violencia. El texto de la norma señala que "se impondrá reclusión perpetua o prisión perpetua" a quienes asesinen a "su ascendiente, descendiente, cónyuge, ex cónyuge, o a la persona con quien mantiene o ha mantenido una relación de pareja, mediare o no convivencia". También a quienes cometan el delito de homicidio por razones de "placer, codicia, odio racial, religioso, de género o a la orientación sexual, identidad de género o su expresión". Además, la ley prevé que, "cuando mediaren circunstancias extraordinarias de atenuación, el juez podrá aplicar prisión o reclusión de 8 a 25 años", pero sostiene que "esto no será aplicable a quien anteriormente hubiera realizado actos de violencia contra la mujer víctima".

VIOLENCIA DE GENERO

En lo que va del año, sólo en la Asociación Civil “La Casa del Encuentro” brindaron asistencia a un promedio de cien mujeres por mes. “En el primer semestre de 2011 registramos 151 femicidios. No hay estadísticas oficiales, nosotros hacemos un relevamiento en las noticias publicadas en 120 medios de todo el país y agencias de noticias”, dice Fabiana Túñez, cofundadora de la Casa del Encuentro. Túñez explica que la violencia hacia las mujeres no son hechos aislados: “Es un fenómeno social y cultural. La violencia extrema es el femicidio. La falta de capacitación de algunos jueces lleva a dictar sentencias aterradoras”. Para Haydeé Birgin, presidenta del Equipo Interamericano de Justicia y Género (ELA), el primer problema es la falta de datos estadísticos oficiales para poder tener una dimensión más específica de la violencia contra las mujeres. “Los que circulan son los números de las ONGs, que los sacan de las publicaciones en los diarios. En la Capital, ni siquiera hay comisarías de la mujer”, dice a Clarín. En septiembre de 2008 se creó la Oficina de Violencia Doméstica, en el ámbito de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Sus estadísticas –las únicas oficiales, y sólo de la Ciudad– son alarmantes: en dos años, el promedio de denuncias por violencia doméstica creció un 35%; en septiembre de 2009 habían atendido 522 casos, y en septiembre de 2011 fueron 708. “Hay más conciencia sobre la violencia contra las mujeres gracias a la visibilidad que se da en los medios”, dice Birgin. Pero por otra parte señala que “no funciona la articulación interinstitucional, entonces la justicia resuelve, pero luego no hay un seguimiento de los casos”. Hombres y mujeres no son tratados igual por los jueces en los casos de homicidios conyugales o de pareja. Esa es una de las conclusiones a la que llegaron la socióloga Silvia Chejter, del Centro de Encuentros, Cultura y Mujer, y la abogada Marcela Rodríguez, del Centro Interdisciplinario para el Estudio de Políticas Públicas, quienes hicieron una investigación financiada por la UNIFEM. Analizaron 144 sentencias, con mujeres y hombres imputados de homicidios o tentativas de homicidio; 102 fallos fueron dictados por los 30 tribunales de la Capital entre 1993 y 2010: “Si bien hay más condenas contra varones, la tendencia se invierte a la hora de valorar la pena: a los hombres se los beneficia con más atenuantes”, explicó Chejter a Clarín en julio pasado, cuando se presentó el informe. Las investigadoras repararon también en que de 25 sentencias con varones imputados por homicidio de sus cónyuges, sólo en cuatro casos los jueces los condenaron a prisión perpetua. En cambio, en 11 casos con mujeres imputadas, en cinco las sentenciaron a la máxima pena. Malena Nisman, del Colectivo de Mujeres Juana Azurduy, explica que “hubo un efecto cadena luego del asesinato de Wanda Taddei. Analizamos este fenómeno como una nueva forma de impunidad y esta manera de matar y no deja huellas en la víctima. En el 95% de los casos las víctimas son mujeres o niñas. Es importante que existan estadísticas oficiales. Es difícil abordar un problema si no hay números concretos”, dice. Para Nisman, debería existir un abordaje integral de la violencia; según cuenta “en el presupuesto nacional de 2010, al Consejo Nacional de las Mujeres se le asignó el 0,0029% ”.

MACHISMO Y OTRAS VERGUENZAS

Una mujer asesinada a manos de un hombre, su pareja; un tribunal que establece una condena de 17 años de cárcel para el asesino; una apelación y un resultado, cuanto menos, llamativo: otro tribunal reduce esa pena a 10 años y 3 meses alegando, en principio, “atenuantes” para la conducta del hombre. De acuerdo con sus dichos (los únicos dichos posibles, por otra parte, ya que no había testigos de la escena, y la mujer está muerta) ella, viéndolo llorar, habría hecho alusión a su poca hombría y, supuestamente, habría admitido tener un amante, jactándose de ello. La provocación, en apariencia, sería el argumento por el cual se reduce la condena del confeso asesino. No se pretende acá discutir cuestiones legales ni mucho menos. Se trata, en todo caso, de echar una mirada- más cerca del sentido común que del Derecho, por cierto- a las limitaciones que a veces tiene la ley frente a la complejidad de los conflictos humanos. El argumento del acusado -que remite a otra frase de triste memoria, aquella de “Conchita, podá la parra”, esgrimida por el odontólogo Barreda como disparador y atenuante del crimen de sus dos hijas, su mujer y su suegra- no puede ser confrontado, ni contrastado, con nada ni con nadie. ¿Y si la pretendida humillación jamás existió? ¿Y si la supuesta admisión del adulterio no fue en realidad en tono de provocación sino de confesión cargada de culpa? Y, aun si los dichos del hombre fueran ciertos, ¿una chicana verbal hace menos horrendo, y condenable, el asesinato de una mujer? ¿No parecería remitir eso también a otra frase de triste memoria, aquélla del “algo habrán hecho”? La violencia de género es, según las estadísticas, la principal causa de muerte o invalidez en mujeres de entre 15 y 44 años. En 2010 se registraron en Argentina 260 femicidios -tal el nombre que se da a este tipo de asesinatos- y se sabe ya que el porcentaje será mayor este año. Las bajas penas, o la mirada benevolente o cómplice que muchas veces se derrama sobre los asesinos, producto de un machismo que goza todavía de muy buena salud, sólo ayudan a perpetuar esa vergüenza.