Ser padre es una responsabilidad que se asume de por vida. Si la  pareja no funciona, el vínculo parental no tiene por qué  romperse.  Después de una separación, se establecen nuevas pautas y se fijan  obligaciones, como la cuota alimentaria para el padre no conviviente.  Según estimaciones, el 70 por ciento no la cumple.
De esta realidad surgen los registros de deudores alimentarios. El  primero fue en la Ciudad de Buenos Aires en 1999. Actualmente, hay  además, en Río Negro, Catamarca, Chubut, Chaco, Salta, Misiones, San  Luis, Buenos Aires, Tierra del Fuego, Santa Fe, San Juan, Córdoba, Santa  Cruz y Mendoza. 
En esta provincia se lleva a cabo una experiencia inédita: la  publicación en los principales diarios provinciales, una vez al mes, de  la lista de deudores. La medida abrió el debate sobre la eficacia de la  sanción social.
El registro mendocino existe desde 2001 y tiene 315 inscriptos. “La  tasa de desempleo aquí alcanza el 4 por ciento, por eso consideramos que  la ausencia de ingresos no es un motivo para incumplir”, explica el  ministro de Gobierno provincial, Félix González. La difusión del  listado, sostiene, “es un mecanismo que aporta a su buen funcionamiento  porque el control social es una importante influencia para que  regularicen su situación”. Se va notando: seis padres se pusieron al día  y también se incrementaron las consultas para denunciar las  irregularidades. Son morosos aquellos que no abonan lo acordado durante  tres meses consecutivos o cinco alternados. El ingreso y egreso del  registro depende del juez.
En la mayoría de estas bases de datos –locales, aún no hay un  registro nacional– quienes figuran son sancionados en cuestiones que  “limitan la actividad laboral y comercial, la transferencia de bienes;  se les prohíbe obtener licencias de conducir y se restringe el acceso a  los cargos públicos”, detalla Claudio Belluscio, abogado especialista en  derecho de familia. Su colega Leonardo Glikin añade: “La Justicia es  demasiado laxa porque no hay, habitualmente, penalidades efectivas para  quien incumple el deber de asistencia familiar”.
Contagio. Al menos en dos provincias, se analiza replicar la  experiencia de Mendoza. El diputado provincial de La Rioja Guillermo  Galván (UCR) presentó un proyecto para dar a conocer la lista de  deudores a través de una página web creada especialmente y “de los  medios públicos de comunicación en forma obligatoria”.
Para los privados, se canalizaría a través de la pauta oficial.  “Apuntamos al moroso que incumple a sabiendas, de mala fe”, explica. Las  críticas apuntan a una posible ‘intromisión’ en la privacidad: “A mi  juicio, prima el derecho del menor a ser asistido por sobre el derecho a  la intimidad”. Hasta el momento, hay 200 personas inscriptas en el  registro riojano, que es de acceso limitado. La propuesta se está  discutiendo en comisión y se espera poder tratarla sobre tablas en la  sesión del 15 de diciembre. “Queremos despertar la conciencia dormida en  este tema”, resume Galván.
Por su parte, en San Juan, los diputados Rosalía Garro y Horacio  Espejo propusieron que el registro sea publicado en la página web del  Ejecutivo. No hubo despacho porque no se logró un acuerdo y van a  insistir en el próximo período parlamentario.  
En la Ciudad de Buenos Aires, con 2.500 anotados en el registro, se  establecieron convenios con ocho cámaras empresariales para que las  compañías pidan el certificado de libre deuda antes de contratar a  alguien. De esta manera, se involucra al sector privado.
En Salta, se pega un papel con los nombres de los deudores en la  planta baja del Poder Judicial. O sea: es público, pero está en un lugar  demasiado específico. “Lo de Mendoza me parece maravilloso, porque si  no la ley termina siendo una ficción jurídica”, señala Ana María  Carriquiry, abogada de familia. 
Belluscio remarca que hay pocas inscripciones  con relación al número  real de deudores. “Los registros son una herramienta más, pero tampoco  la panacea”, reconoce. En el mismo sentido, Glikin destaca la necesidad  de que la sociedad colabore y “que se asiente el incumplimiento en  informes como el Veraz o que haya otro tipo de repudios, como el quite  de tarjetas de crédito, por ejemplo”.
Las víctimas de esta situación son niños y niñas. “Buscamos que no  sean la variable de ajuste de la disputa del matrimonio”, remarca  Galván. Se pretende un cambio de comportamiento, que implica hacerse  cargo. “Tiene que ser una sanción que eduque –sintetiza Carriquiry– .  Porque en son de proteger la intimidad, los chicos siguen sin comer.”
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