En Argentina 1 de cada 6 parejas no puede tener  hijos. Las técnicas modernas de fertilización asistida mejoran las  chances de embarazo. Su cobertura por parte del Estado, las obras  sociales y las prepagas comienza a ser garantizada en algunas  jurisdicciones como la provincia de Buenos Aires. Una pareja entrerriana  logró concebir a través de esta práctica médica, pero su testimonio  dejar ver las dificultades que afrontaron durante 4 años frente al vacío  legal y la falta de recursos.                              
Cuando Gisela Romero y Alfredo Hoffman  decidieron tener un hijo, tenían claro que necesitarían recurrir a  tratamientos de fertilización debido a una patología congénita que  inhibe la ovulación conocida como síndrome de Kallman. Temían el  desgaste que podría acarrear el proceso desde un punto de vista  económico y también psicológico, pero después de más de tres años de  intentos lograron concebir una niña que actualmente tiene 2 años. 
Iniciaron los estudios correspondientes en el Prefer, un centro de  reproducción asistida que funciona en la localidad bonaerense San  Martín, a unos 500 kilómetros del domicilio que comparten en Paraná,  provincia de Entre Ríos. La institución fue recomendada por una conocida  que padecía el mismo síndrome. Comenzaron con procedimientos sencillos  para estimular la ovulación, que en 2007 rondaban los 1500 pesos, pero  no tuvieron éxito. Luego de dos intentos, el médico Gustavo Carti les  recomendó un tratamiento de inyección del espermatozoide dentro del  óvulo (ICSI), conocida como fertilización in vitro.
'Al proponernos este nuevo tratamiento, nos informaron que podíamos  seguir con tratamientos de baja complejidad para ver si daban  resultados; pero en ese momento pensé lo que significan en el cuerpo, el  tiempo que nos llevaría y la poca seguridad de que realmente se logre  un embarazo', dijo Gisela. La tasa de embarazo en los tratamientos de  baja complejidad es de 15 por ciento anual, según la Red Latinoamericana de Reproducción Asistida. 
La técnica propuesta por el Prefer implicaba un gasto de 15 mil  pesos. La pareja no podía afrontar ese presupuesto y recurrió al  Instituto de Obra Social de la Provincia de Entre Ríos (Iosper), pero la  obra social se negó a cubrir el tratamiento porque no figuraba en el  Programa Médico Obligatorio (PMO). Como en muchas otras jurisdicciones,  Entre Ríos no tiene un marco regulatorio en este tema, que por ejemplo  considere la infertilidad una enfermedad y la incluya en el PMO. El  Congreso de la Nación tampoco ha legislado el derecho a procrear in  vitro (ver Debaten leyes sobre fertilización asistida). 
Gisela y Alfredo recurrieron a la justicia para conseguir la  cobertura. En esa oportunidad intervino la jueza Claudia Salomón.  Sintieron preocupación porque se trataba de la misma magistrada que en  2007 había impedido que una joven de 19 años con capacidad mental  infantil interrumpiera un embarazo producto de una violación. No  obstante la jueza Salomón falló a favor de la pareja entrerriana y el  Iosper tuvo que solventar el 60 por ciento del tratamiento; prestó el 40  restante a través de un crédito asistencial, que fue devuelto en cuotas  hasta el año pasado. 
'En el tema de la fertilización asistida hay algunos sectores que  están en contra porque el embarazo no se produce de manera natural',  explicó Alfredo. Justamente la oposición de los sectores conservadores y  la desinformación vienen obstaculizando las acciones para legislar esta  práctica médica, y también su normal funcionamiento, tal como ha  denunciado la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva.  Es por eso que la organización impulsa la sanción de leyes que sirvan  de marco regulatorio para garantizar el acceso igualitario de toda la  población a las técnicas de reproducción asistida.
Embarazados 
Gisela y Alfredo lograron el embarazo durante el segundo tratamiento  de alta complejidad –según la resolución de la justicia entrerriana, el  Iosper debería cubrir hasta cinco intentos de concebir. En este caso  utilizaron una técnica de ovodonación que costaba 21 mil pesos. Este  tipo de tratamiento representa el 15 por ciento de los nacimientos, de  acuerdo a la Red Latinoamericana de Reproducción Asistida. En los casos  de fertilización in vitro o ICSI la tasa anual de embarazo es del 35 por  ciento. 
'Fue complicado a nivel anímico. Estuvimos intentando ser padres  durante casi 4 años. En ese tiempo parejas amigas y familiares tenían a  sus bebés y para nosotros era muy duro tener resultados negativos.  Cuando el tratamiento no resulta es frustrante y pasás varios meses  penando por decirlo de alguna manera. La familia nos acompañó todo el  tiempo, nunca sentimos que nos avasallaran, pero también había mucha  expectativa. Por eso con el tiempo cambiamos de actitud, aprendimos que  teníamos que ser más reservados y transitar el proceso más  tranquilamente', recordó Gisela.
Como la infertilidad genera estrés físico, emocional y social, el  Samer recomienda que un equipo interdisciplinario acompañe y guíe a los  padres en la tarea de lograr el embarazo. Gisela y Alfredo recibieron  esta misma propuesta, pero nuevamente la situación económica y la  distancia entre la institución médica y el domicilio de la pareja los  obligó a rechazar esa posibilidad.    
El Samer aconseja asimismo acompañamiento en la misión de comunicar a  los chicos su origen. Organizaciones de la sociedad civil como Concebir se  suman a dicha recomendación. Es que en muchos hogares no se habla del  tema, aún cuando en el mundo hay 3 millones de niños y niñas nacidas por  técnicas de fertilización asistida, y en Argentina el número supera los  10 mil casos. 
Gisela y Alfredo imaginan que será difícil hablarlo  con su hija, pero ambos son militantes del derecho de la persona a la  información y la identidad, según indicaron. Igualmente se preguntan de  qué manera afrontar situaciones de estigmatización o la crítica. Cuando  les fue recomendada la ovodonación, ambos se tomaron varios meses para  tomar la decisión de realizar el tratamiento. 'En Argentina no hay leyes  ni protocolos sobre las donaciones de óvulos. En el Prefer hay  establecidos parámetros, uno es el resguardo de la identidad de la  donante. Nosotros decidimos además que todos los óvulos de la donante  fueran para nosotros', recordó Gisela. 
Alfredo prefirió hablar de la paternidad: 'La vemos a nuestra hija y  estamos muy orgullosos de todo lo que hicimos para tenerla. Incluso  pensamos en la posibilidad de hacerlo nuevamente si vemos que podemos  afrontarlo económicamente'.
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